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CONQVISTA
Don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro y fray Uisente de la horden
del señor San Francisco, cómo Ataguálpa Ynga desde los baños se fue a la
ciudad y corte de Caxamarca.
Y llegado con su magestad y sercado de sus capitanes con mucho más
gente doblado de cien mil yndios en la ciudad de Caxamarca, en la plasa pública en el medio en su trono y aciento, gradas que tiene, se llama usno, se
asentó Ataguálpa Ynga.
Y luego comensó don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro a dezille,
con la lengua Felipe yndio Guanca Bilca, le dixo que era mensage y enbajador
de un gran señor y que fuese su amigo que sólo a eso benía. Respondió muy
atentamente lo que dezía don Francisco Pizarro y lo dize la lengua Felipe
yndio. Responde el Ynga con una magestad y dixo que será la uerdad que tan
lexo tierra uenían por mensage que lo creyýa que será gran señor, pero no
tenía que hazer amistad, que tanbién que era él gran señor en su rreyno.
Después desta rrespuesta entra con la suya fray Uiciente, lleuando en la
mano derecha una crus y en la esquierda el bribario. Y le dize al dicho Atagualpa Ynga que tanbién es enbajador y mensage de otro señor, muy grande,
amigo de Dios, y que fuese su amigo y que adorase la crus y creýse el euangelio de Dios y que no adorase en nada, que todo lo demás era cosa de burla.
Responde Atagualpa Ynga y dize que no tiene que adorar a nadie cino al sol,
que nunca muere ni sus guacas y dioses, tanbién tienen en su ley, aquello
guardaua.
Y preguntó el dicho Ynga a fray Uisente quién se lo auía dicho. Responde
fray Uisente que le auía dicho euangelio, el libro. Y dixo Atagualpa: “Dámelo
a mí el libro para que me lo diga.” Y ancí se la dio y lo tomó en las manos,
comensó a oxear las ojas del dicho libro. Y dize el dicho Ynga: “¿Qué, cómo
no me lo dize? ¡Ni me habla a mí el dicho libro!” Hablando con grande
magestad, asentado en su trono, y lo echó el dicho libro de las manos el dicho
Ynga Ataguálpa.
Cómo fray Uisente dio boses y dixo: “¡Aquí, caualleros, con estos yndios
gentiles son contra nuestra fe!” Y don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro de la suya dieron boses y dixo: “¡Salgan, caualleros, contra estos ynfieles que son contra nuestra cristiandad y de nuestro enperador y rrey demos
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