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EL BVEN GOBIERNO
Don Antonio de Mendoza, cauallero del áuito del señor Sanctiago, el segundo
bizorre[y] deste rreyno fue de edad de sesenta años, muy cristianícimo, amigo
de los pobres y seruidor de Dios y de su Magestad. Aunque biejo, no temía de
la muerte ni de daños que auía de suseder.
En el de los rreueldes conquistadores, trajo aquel ánimo del seruicio de
Dios y de la santa fe católica y entablar la tierra y la ley de Dios y de su Magestad. Y ci no gustauan a los conquistadores, tenía entento de castigalle a
los malos cin rruydo, de uno a uno de quitalle la gana de comer. Creo que lo
hiciera y aun me parese que toda la ley d[e] España de los quintos y alcaualas
y pechos que deuen a su Magestad lo entablara cin dilación.
Aunque duró pocos días, entabló la ley que abía traýdo Blasco Nuñes Uela,
primer bizorrey. Y murió cristianícimamente en la ciudad de los Reys de Lima
y hizo buenas obras y mucha limosna. Y murió seruiendo a su Magestad como
cauallero y cristiano.
Ues aquí, tontos y encapases y pucilánimos pobres de los españoles, soberbiosos como Lusefer. De Luysber se hizo Lusefer, el gran diablo. Ací soys
bosotros, que me espanto que queráys ahorcaros y quitaros bos propio buestra
cauesa y quartesaros y ahorcaros como Judas y echaros al ynfierno.
Lo que Dios manda, queréys ser más. Ci no soys rrey, ¿por qué queréys ser
rrey? Ci no soys príncipe ni duque ni conde ni marqués ni cauallero, ¿por qué
lo queréys sello? Ci soys pichero, sapatero, xastre o judío o moro, no [o]s alséys con la tierra, cino paga lo que deuéys.
En Castilla tenéys esclabos; tenéys yndios de tu trauajo y sudor. Como lo
manda Dios lo coméys y andáys libre; agradecildo a Dios y a su Magestad.