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PRÓLOGO
y españoles caminantes, harrieros, rregua, trageneadores y rrescatadores y mercachifles, contratadores, mercaderes, pulperos de este rreyno:
Lee estos capítulos y enfrenaos con ella. Y no tengáys soberbia como lo
sueles tenella. Llegando a los tanbos [mesón], tomáys a los alcaldes de su Magestad hordenarios por los cauellos y ellos, como bárbaros, se dexan. Y ci os
dieran cien asotes por las calles como justicia, con tanto os quedárades por
tu soberbia como el gran ángel tan hermoso, Luysber. Se hizo Lucefer, gran
diablo, perdió el cielo por su soberbia.
Llegando a las estancias de los pobres yndios, luego lo rrobáys sus ganados y comidas y costales, lana, soga, charque [carne hecha conserva]
a, maýs.
Y ci podéys le quitáys plata y lo hazéys trauajar en ualde. Y en los dichos
tanbos no le pagáys de sus trauajos y sudores y jornales y de las comidas y
de otras especias. De todo ello no teméys a Dios ni a la justicia.
Y en los caminos soy[s] tan señor apsoluto y le days a los yndios mitayos
de palos como a bestia y le hazéys cargar como animal y le lleuáys adelante.
Y de esto entre bosotros os faboreséys.
No ay justicia para el yndio, que bosotros luego lo halláys a la puerta el
maldito enemigo de Dios y de sus pobres de Jesucristo del corregidor. Antes
castiga al pobre que no a bosotros.
En esto consedera que como son tan cristianos, temerosos de Dios y del
rrey los yndios y de su justicia, que ci fuera a buestra tierra y rreyno los yndios, estando en ella os quitase buestra muger o hijas y hazienda y trauajos.
Fuera desto os cargará como a cauallo y os arreará con un palo y te diera con
ella como a puerco. ¿Qué hiciérades bosotros? ¡Comiérades bibo! Con todo
ello no estubiera descontento.
De todo se pone la culpa y castigo en el ynfierno al dicho corregidor y a
los alcaldes porque nos toma y os ata en un rrollo y os da mil asotes por tu
soberbia porque le lleuáys harreando adelante de buestro caballo. De tanto
mal por buestros pecados os biene a matarbos a bosotros. El jues de palo le
castiga al pobre. Que el soberbioso muera por su soberbia como murió para
cienpre jamás soberbiosos demonios.
Y ancí, cristiano letor, emendaos y ciruí a Dios. Humillaos y paga a buestros prógimos y no moráys enbentistatis por buestros pecados y soberbia.
Ni seáys castigado como el señor don García1, marqués, bizorrey. Le mandó
ahorcar a un caballero porque mató a un yndio pobre. No quiso comer hasta
uella y horcasen, porque mató al pobre de Jesucristo. Y ancí emendaos.
/ tanpu / ch'arki / mitayu /
a helada y deshidratada
García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete y octavo virrey del Perú (1589-1596): fue hijo de Andrés Hurtado de Mendoza, el segundo virrey del Perú.