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El buen cristiano padre de la dotrina no tiene cuenta de rrescates ni de yndias
ni de mitayas ni se mete en hazerse justicia ni tiene soberbia ni castiga.
¡O cristiano padre Uendaño1, treynta años estar en la dotrina cin pesadumbre y murir seruiendo a Dios y a los pobres yndios! Acabó su uida por donde
lloraua los pobres yndios de su dotrina. Y en la dicha dotrina hazía su oficio.
Confesaua a sus filegreses y decía la dotrina y le daua el sacramento de la
extremaunción. Bautisaua y enterraua y hacía mucha limosna a los pobres
y le honrraua a los caciques prencipales y a los pobres tenía por hijo.
Y no quería uer soltera en su casa ni lo mandaua ajuntar a las donzellas.
A las biejas y enfermos le seruía y a los forasteros le confesaua y bautisaua
de limosna. Sólo confesaua a los yndios, yndias, que no quedaua soltera en
cada año. Y de dar tanta limosna no tenía cosa.
Y murió y muy cristianamente y muy pobre que no se le halló en su poder
cosa de plata ni hazienda alguna, cino todo pobresa. Y sus pobres yndios están
llorando y toda la prouincia del padre.
/ mitayu /
Sobre el “cristiano padre Uendaño”, véase p. 746.