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NEGROS
esto cirue a Dios. Y ci no diere lisencia el dicho amo o la ama, sea descomulgado y la misma pena dicha. Y se se fuere huiyndo el dicho marido a la dicha
su muger, sea libre, que no sea castigado. Antes le faboresca la justicia y le dé
lisencia en un mes, ocho días que haga uida y seruicio de Dios.
Y acimismo todos sus hijos o hijas de una casa no lo pueda uender, apartar
de sus madres y padres y parientes porque no abrá quien se duela de ellos,
ací en la uida como en la muerte. Y a éstos les degen libremente ci pueden
senbrar sementera para ellos y tener rranchos y criar gallinas y tener hacienda de sus sudores y trauajos y sauer leer, escriuir y dotrina y cristiandad y
pulicía, onrra.
Y sea dotrinado y se fuere ladrón y uellaco, borracho, coquero, tauaquero,
enbustero, chismoso castigallo y quemallo hasta que se emiende y sea bueno
porque el amo que consentiere le lleuará el diablo y le castigará Dios por ello.
Por los malos esclabos y por los buenos, le lleuará Dios a sus amos como a sus
escrabos desta bida.
Un negro criollo de un hombre decía: “Este mi amo no me quiere bien.
Es gran uellaco, fornica a sus comadres y gasta con hazienda los pobres menores. Es mísero, ni come ni ueue, amigo de comer en ualde. Auía de estar
cuartezado.” Mira, cristiano, de que os confiáys de buestros esclabos que
procura buestra muerte y procura de buscar buestra muerte y uida.
Entendía yo a este negro muy bien. Decía este negro esclabo porque no
le dexaua hurtar ni enborrachar ni putiar ni tauaquear ni jugar en nengún
juego; ci le dexara en estos uicios, dixera: “¡O, qué santo amo tengo!”
Y ancí no ay que fiar de negros esclabos. Es gran rregalo que tenga hierro
en el cuerpo por senserro. Y otra ues ajuntáronse a la conuersación negros
cargados de hierro, rriñiendo entre ellos. Le dixo al uno: “Bos estáys cargado
de hierro por uellaco y borracho y tauaquero.” Y al otro le dixo: “Y bos, por
muy fino1 ladrón y cimarón estáy[s] cargado de hierro.”
Y ancí en ciendo uellaco un negro o negra es muy santa cosa y seruicio
de Dios y de su Magestad y bien de sus ánimas y de su carne cargalle de hierro. No ay que asotalle ni brealle. No haze caso de ello. El hierro amansa,
para qué aués de estar amenasándole cin prouecho y está en el monte huydo.
El buen castigo es buen hierros, amansa uellacos. Esto declaro para el seruicio
de Dios y de su Magestad.
Fino: véase p. 456, nota 4.